Con los sueños pasa la mayor parte de las veces como con los hijos, que siempre se cree que los de uno son excepcionales y el proceso de aceptar que son bastante corrientes acaba generalmente con el auto convencimiento de que en el fondo, es mucho mejor así.
Yo, por ejemplo, sueño muy a menudo que conduzco, lo he comentado con varias personas y por lo visto es algo que le ocurre a todo el mundo, y que además hay varias posibles interpretaciones.
En mi caso, yo conduzco un mercedes enorme, de esos cuadradotes antiguos, que no se por qué uno se imagina automáticamente con matrícula de Ourense, y de ese color que los concesionarios llaman "arena" y pero mi abuela denomina "panza-burra". Mi carnet de conducir, en el sueño, solo me autoriza a circular de día, porque es un carnet de conducir especial que me han dado por ser buena persona, y tengo que ir siempre con alguien de copiloto para que me sujete el volante porque no llego con los pies a los pedales que están lejísimos si no me meto debajo del salpicadero entera.
Con mi coche gigante que solo puedo conducir por el día, voy a una casa que hay en un sitio que en el sueño digo que es mi pueblo, pero que en realidad es una de esas urbanizaciones que salen en las películas americanas con los chalets todo juntos pero no pegados, parecidos, pero distintos, que no tienen verja alrededor del jardín. Es verano (siempre) y mi copiloto que es cada vez una persona distinta siempre es alguien que conozco pero tampoco demasiado y que se sorprende cuando llegamos a la que se supone que la casa de mi familia. Sobre el césped hay una piscina de esas desmontables enorme llena de mujeres lesbianas entradas en carnes con bañadores todos iguales y gorritos de baño de esos con flores pegadas, que parecen muy contentas. También parece muy contento un hombre desnudo que hay en la bañera. En el sueño siempre voy al baño nada más llegar y no me sorprende encontrar a un tío en bolas allí tumbado con un taco de preguntas de Trivial sobre la barriga, que me dice que es el primo de Montse (pero no lo es, no se parece ni un poco siquiera, de hecho) y me dice que si nos hacemos una rondita de preguntas para pasar el rato, pero son de la edición nueva y fallo todas las rosas porque no veo la tele desde 10 años.
Y después me quiero ir porque se va a hacer de noche, pero la persona con la que había venido se quiere quedar en la piscina de las lesbianas a vivir, así que a cambio me llevo a una de ellas, que se llama Gladis y que me cuenta que tiene un hijo, porque cuando era más joven le gustaba tanto lo uno como lo otro, pero que ya no tiene paciencia para aguantar según que cosas y que además la subvención por ser homosexual sin ser un dineral paga todas las facturas. Gladis me agarra el volante mientras yo voy a buscar los pedales y entonces se ha hecho de noche del todo y menos mal que debajo del salpicadero hay un hotel, donde podemos aparcar y cenar y pasar la noche en una habitación con camas gemelas y por hacer todo eso, nos pagan (que no nos cobran) 19,99 dólares.
Cuando me despierto, Gladis no está y no ha dejado una nota ni nada, y en recepción me dicen que me puedo quedar a vivir y trabajar en el hotel, pero no me interesa porque el sueldo es negativo ya que tengo que darle dinero de mi bolsillo a la gente que se aloje allí, lo cual como huésped era estupendo pero desde el otro lado no se ve tan guay.
Así que presa de la desesperación me tumbo en el asfalto a esperar que me atropellen, pero él coche que viene es el monovolumen de mi padre que me monta en él y me echa una bronca monumental porque me he dejado la puerta de casa sin echar la llave y cuando le pregunto que si la de su casa o la de la mía me dice que cuántos años hace que no vivo con él (13 años), que es que no se había dado ni cuenta.
Y después me despierto y siempre tengo antojo de tortilla de patatas y sigo posponiendo lo de ir a pedir información a la autoescuela para ver si me saco el carnet de una vez.